La cadena de heladerías arrastraba problemas desde antes de la crisis social y la pandemia. Sus dueños intentaron sin éxito sumar socios.
El plan original de los socios de la cadena de heladerías Bravissimo –liderada por el empresario Guillermo Prieto- era realizar un procedimiento judicial de reorganización, y así dar viabilidad a la compañía tras una profunda reestructuración de los pasivos.
Sin embargo, la administración de la empresa optó por la quiebra: la nueva competencia, tanto local como de marcas extranjeras, y la apertura de sedes en distintos malls que no dieron los resultados esperados, le pasaron la cuenta a la firma. Luego llegó la crisis social y la pandemia, que obligó el cierre de sus locales. “Más de 7 meses sin ingresos, con gastos mensuales fijos (…) hacía imposible la continuidad, lo que con mucho dolor llevó a tomar la decisión de iniciar el proceso de liquidación”, dijo la administración de la compañía en su solicitud de quiebra.
La noticia dada a conocer por Diario Financiero ayer generó reacciones incluso en el gobierno. El ministro de Economía (s), Julio Pertuzé, lamentó “la pérdida de lugares tan emblemáticos”, tras lo cual afirmó que habrá instrumentos para reemprender.
Bravissimo nació en 1987, cuando el empresario Guillermo Prieto lideró a un grupo de socios para crear una heladería orientada a los jóvenes, y logró transformarse en uno de los principales actores del rubro: llegó a tener 47 sucursales y más de 1.300 colaboradores.
Hasta que llegó 2019. “Dueños de heladería Bravissimo negocian ingreso de socio”, tituló DF el 4 de julio de ese año. En junio de 2020, medio reveló que la empresa enfrentaba millonarias demandas y tuvo que devolver locales en arriendo por impagos. “Nuestra empresa está luchando por una continuidad”, dijo Prieto en aquella ocasión.
Esto incluyó conversaciones con potenciales interesados para sumarlos como socios. Uno de ellos fue la familia Bofill, que controla Carozzi, que ha apostado con fuerza en el rubro gastronómico: participa con el café Bonafide en Chile y en 2016, adquirió la cadena Emporio La Rosa. Fuentes que conocieron de las tratativas, destacan que nunca hubo un acuerdo sobre la mesa, sino solo conversaciones para ver posibles alternativas, que finalmente quedaron en nada.
Prieto también tuvo acercamientos con otros operadores del rubro y con fondos de inversión locales. Varios de los interesados en entrar a la propiedad de Bravissimo pidieron que primero se iniciara un Procedimiento Concursal de Reorganización de la Empresa Deudora, el cual tiene por finalidad la reestructuración de los pasivos y activos de una firma cuando ésta es viable. Según la administración de la heladería, el proceso comenzó de buena forma, con varios interesados, hasta que ocurrió el estallido social, escenario que frenó las tratativas, las que finalmente se hicieron inviables con la llegada de la pandemia en marzo pasado.
De acuerdo a la solicitud de liquidación de la empresa presentada por el abogado Nelson Contador, la caída de las ventas desde el estallido social y el cierre casi total de los locales desde marzo pasado por orden de la autoridad para enfrentar la pandemia, agudizaron la situación financiera de la empresa y se optó por la solicitud de quiebra.
La liquidación involucra exclusivamente a la empresa operadora de los locales, que pertenece a Guillermo
Prieto junto a sus socios, quien –según se explica- tenía la licencia de uso de la marca exclusivamente para locales comerciales.
Por esto, eventualmente, la marca podría ser revivida: como la familia Prieto no ha estaba en condiciones económicas de seguir operando el negocio, licenció la marca a terceros, quienes pueden seguir usándola para distintos usos, incluidos la venta de helados y alimentos.
$11 MIL MILLONES SUMAN LOS PASIVOS DE LA FIRMA.