Durante décadas, la reestructuración financiera ha cargado con un estigma difícil de borrar; el de ser sinónimo de fracaso empresarial. Esta percepción, arraigada en el imaginario colectivo y en muchas salas de directorio, ha llevado a innumerables compañías a postergar decisiones críticas hasta que el agua les llega al cuello. Sin embargo, esta visión no solo es errónea, sino peligrosamente anacrónica en un entorno económico cada vez más volátil y complejo.
Es momento de cambiar el paradigma, la reestructuración financiera no es el último recurso de una empresa en agonía, sino una herramienta de gestión inteligente que permite anticiparse a las turbulencias y fortalecer la posición competitiva de cualquier organización.
La Ley 20.720: Cuando la reestructuración financiera deja de ser tabú y se convierte en estrategia:
Desde que entró en vigor en octubre de 2014, la Ley 20.720 sobre Reorganización y Liquidación de Empresas y Personas marcó un punto de inflexión en la cultura empresarial chilena. Sin embargo, más de una década después, persiste un malentendido fundamental; muchos directivos y empresarios siguen viendo los procedimientos concursales como el epitafio de sus compañías, cuando en realidad el legislador diseñó estas herramientas precisamente para todo lo contrario.
La ley no fue concebida como un cementerio de empresas fracasadas, sino como un quirófano donde organizaciones viables pueden someterse a una cirugía financiera que preserve su continuidad operativa y maximice el valor para todos los involucrados.
Es hora de entender la reorganización judicial y los acuerdos extrajudiciales no como síntomas de derrota, sino como manifestaciones de gestión anticipatoria e inteligente.
De la reacción a la anticipación:
El problema fundamental radica en cómo interpretamos las señales. Tradicionalmente, las empresas han esperado a que los indicadores financieros estén en rojo crítico antes de considerar una reestructuración, cuando los acreedores tocan la puerta con insistencia, cuando la liquidez se evapora o cuando las proyecciones se tornan insostenibles. Pero actuar en ese punto límite es como intentar girar un transatlántico cuando ya se divisa el
iceberg.
La gestión financiera moderna exige un enfoque proactivo. Una empresa puede estar operativamente sana y aun así reconocer que su estructura de pasivos no se alinea con su flujo de caja real, que los compromisos asumidos en otro contexto económico hoy la limitan, o que una reconfiguración estratégica de sus obligaciones le permitiría invertir en crecimiento en lugar de solo sobrevivir mes a mes.
La importancia del timing y la asesoría especializada:
La ventana de oportunidad para una reorganización exitosa es más estrecha de lo que muchos creen.
Una empresa debe acogerse cuando aún tiene:
Capacidad de generación de flujos operativos positivos.
Activos que respalden mínimamente su continuidad.
Credibilidad ante acreedores para negociar de buena fe.
Gestión capaz de ejecutar el plan de reorganización.
Esperar hasta que estos elementos desaparezcan convierte cualquier procedimiento en un mero preámbulo de liquidación.
Es así como el acompañamiento experto resulta fundamental, y aquí en Reset Chile ese acompañamiento es lo que nos distingue.
Junto a nuestra hermana Integral Chile asesoramos en base a nuestra experiencia específica en navegación financiera y legal, capacidad de mediación entre partes con intereses diversos, y visión estratégica para
transformar lo que parecía un callejón sin salida en una plataforma de relanzamiento.
La reestructuración financiera, entendida como herramienta estratégica y no como último recurso desesperado, es una manifestación de gestión madura, anticipatoria e inteligente.
Es, en definitiva, elegir el momento de ajustar el rumbo en lugar de esperar a naufragar.
Darío Retamal
Gerente Legal
Reset Chile